jueves, 7 de octubre de 2010

El ladrón del tesoro de la ciudad


Hace poquísimo tiempo, en un país muy cercano un investigador estaba en su oficina, charlando con su ayudante, cuando sonó el teléfono. Era un señor que afirmaba ser alcalde de una ciudad llamada Villa Ventosa. Quería que los agentes detuvieran a un ladrón que no paraba de amenazar con que iba a robar el tesoro de la ciudad si no lo proclamaban alcalde de Villa Ventosa. Los agentes aceptaron la misión y partieron hacia la villa en la que vivirían un montón de aventuras.
Al llegar allí conocieron a un amable taxista llamado Martín. El alcalde se llamaba Samuel. Les enseñó el tesoro y las cartas del que se hacía llamar ladrón V.
El agente y su ayudante fueron al hotel en el que dormirían esa noche. Pero sobre las cuatro de la mañana, un tipo con una máscara al que los agentes no vieron se llevó todos los aparatos de nuestros protagonistas.
A la mañana siguiente, al darse cuenta de que sus cosas no estaban, los agentes avisaron al alcalde. Este también tenía una cosa que contar a los agentes. Era que había recibido una carta del ladrón V diciendo que había robado las cosas de los agentes, y que lo siguiente que robaría si no le nombraban alcalde al día siguiente en una cueva cercana a la ciudad robaría el tesoro de la ciudad. Así que nuestros agentes se pusieron a buscar el tesoro para que así el ladrón no lo robara si no lo proclamaban alcalde. Estuvieron todo el día preguntando a los habitantes de la ciudad sobre el tesoro. Casi todos dijeron que el tesoro estaba en una isla cercana a la costa.
Esa noche prepararon un barco y partieron. Estuvieron cerca de media hora buscando esa isla. Una vez en ella entraron en la cueva. Había un montón de trampas y desafíos pero los protagonistas consiguieron llegar al tesoro. Era un pedrusco enorme de oro, pero mirándolo desde más cerca los agentes descubrieron que en realidad era oro de los tontos ( pirita). Informaron de esto al alcalde y este soltó una carcajada.
Al día siguiente el alcalde no fue a la cueva y el ladrón se fue a por el tesoro como prometió. Pero nuestros agentes le tendieron una trampa. El ladrón pagó caro por su delito. Los agentes cumplieron su misión y se fueron a su oficina impacientes por vivir otra aventura.


Fran Franco Rubio

1 comentario:

  1. Una historia ingeniosa, Fran. Puedes ampliarla y enriquecer la sucesión de hechos, con detalles que despierten interés, puede quedarte un cuento muy chulo.
    Besos

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